Llega un momento en el que intempestivamente nos sentimos paralizados. Por un motivo que desconocemos, hemos perdido el rumbo y no sabemos qué es lo que sigue, qué debemos de hacer: estamos bloqueados.

Recuerdo que en el libro Haz que suceda, de Rubén Turienzo, hubo un capítulo en el que le recuerda al lector la posibilidad que, en medio de nuestro camino para alcanzar una meta u objetivo, nos topemos con alguna situación, pensamiento, problema o acontecimiento que no sepamos cómo abordar ni qué pasos seguir para superarlo.

De pronto empezamos a sentir un ligero temor acompañado de estrés que, sin querer, aumenta y termina paralizándonos. Nos congela. Es como si simplemente quisiéramos huir del contexto. Esto puede aplicar a cualquier marco de nuestra vida en el que nos encontremos: un problema en el trabajo, el no saber si aprobaremos un curso de la Universidad o Instituto causando pensamientos que nos cuestionan si elegimos bien o no la carrera, una incertidumbre por cuestiones familiares, etc.

Rubén menciona tres técnicas que, en conjunto con algunos otros libros y bibliografías que he podido leer, le podrían ser útil a cualquier persona que conscientemente las quiera aplicar en cuanto la vida la coloque en cierta situación que, a considerarse, difícil claridad se puede tener para salir de ella.

El pasado

Hace unos meses leí “Relaciones Personales Excelentes” de Daniel A. Hughes, un libro muy bueno, desde mi punto de vista, en cuanto quieras aprender un poco de psicología a nivel Coquito y al mismo tiempo mejorar tu forma de relacionarte con los demás.

Sin tanto énfasis en hacer cherry al libro; en él, el autor señala que la mayoría de eventos dolorosos por los que pasamos hoy en día, tienen “cierto” parecido a episodios dolorosos de nuestra infancia o adolescencia, lo que al final, nos puede generar un apego disciliente o no-resuelto.

Habiendo mencionado lo anterior, y tú encontrándote en una circunstancia que podrías no saber cómo resolver, haz una pausa y pregúntate: ¿Alguna vez me he enfrentado a un escenario similar? ¿Cómo la superé? Y, si no la pude superar, ¿qué haría ahora diferente?

Estas preguntas, en medio de una tregua con nuestros pensamientos veloces que nos apresuran a tomar una decisión, nos pueden dar un panorama más claro para resolver el problema, ¿pero qué sucede si nunca antes habías pasado por una coyuntura similar?

El consejo

¿Te has dado cuenta que cuando aconsejamos a otra persona, el no estar implicados emocionalmente, nos hace capaces de ver soluciones con más claridad? A pesar que intentemos ponernos en los zapatos de la otra persona nunca jamás experimentaremos la misma sensación.

Sin embargo, el beneficio es justamente que nos da un pequeño empujón para ver las cosas de una manera más objetiva, poniendo en frente nuestra parte racional, que, hay que decirlo, es la que normalmente sabe encontrar una salida.

Entonces, si quien más quieres estuviese por la misma situación que tú, ¿qué le aconsejarías? ¿qué puedes hacer tú?

Puede ser un poco complicado de contestar al inicio, pero concretamente date la oportunidad de “salirte” de tu propio rol e intenta ver las cosas con otra perspectiva.

El ídolo

Finalmente, el que quizá pueda parecer hilarante para tomarlo como una técnica, pero en el fondo no deja de ser importante (de hecho, incluso hay estudios) sobre la admiración que los seres humanos podemos sentir hacia otros y los efectos positivos de esto).

Es bastante simple: ¿a quién admiras?

Si has podido identificar a alguien a quien admires o con quien te identifiques (y si conoces su historia mejor), entonces hazte la siguiente pregunta: ¿cómo crees que superaría esta situación?