Internet ha hecho que nuestras vidas vayan más rápido. Inevitablemente todos los días estamos haciendo algo, por más mínimo que sea: trabajar, leer artículos o noticias deprimentes en la red, encolerizarnos con ciertos comentarios o tweets, pedir un delivery de ese sushi que viste en una publicidad por Facebook, etc.
Empiezas un lunes, sigue martes, miércoles, sientes que la semana va durando 20 días. Todos los días andas ocupado desde que te despiertas hasta las 9, 10 u 11 de la noche. Siempre estás haciendo algo. Siempre estás trabajando, leyendo, aprendiendo, indagando, escribiendo un tweet o post en Facebook, quizá tienes una que otra entrevista laboral, participas de comunidades en línea, o estás viendo películas o series.
Siempre estás haciendo algo.
Llega el jueves. Sientes una pequeña esperanza el viernes. Este día se acaba, no puedes salir de fiesta como antes debido a la pandemia así que te pusiste a repasar algo o a “distraerte” viendo la serie que siempre ves por Netflix.
Despiertas el sábado desanimado porque ha sido un viernes aburrido pero al mismo tiempo estás algo emocionado y relajado porque hoy no trabajas (¿Deberías animarte por eso? 🤔)
Pasa la mañana super rápido. Haz hecho varias cosas: seguiste una clase en línea en una plataforma que te inscribiste, luego avanzaste una parte del trabajo para adelantarte al lunes y fuiste a comprar una nueva cortina para tu ducha o algo para tu comedor.
Pasa la tarde súper rápido. Saliste a montar bicicleta o a caminar un poco mientras te distraes viendo productos detrás de mamparas.
Llega la noche del sábado, igual que el día anterior, te desanima no poder salir como antes, pero hoy tienes una videollamada con tus amigos para hablar de la vida. Esas conversaciones que te distraen de todo el estrés de la semana y te devuelve la esperanza de que todo estará mejor. Te da sueño. Hoy te has acostado un poco más tarde que de costumbre.
Domingo en la mañana. Hubieses querido despertar mucho más temprano hoy puesto que es “el mejor día de descanso” pero no pudiste porque la noche anterior te acostaste muy tarde y eso sumado a todo el cansancio de la semana ha provocado que pierdas 2 o 3 horas de la mañana de hoy.
Hoy quisiste se productivo, quisiste empezar desde temprano. Pero no lo lograste, y esas horas no las vas a recuperar nunca. El domingo pasa volando. Saliste de nuevo a distraerte un poco pero estás pensando en qué harás en la noche y qué harás mañana lunes. Incluso piensas qué quieres ir haciendo durante toda la próxima semana y qué quieres hacer en el mes, el próximo trimestre y a fines de año.
Tú estas afuera en la calle, “distrayéndote”, pero tu mente está pensando en el pasado y en el futuro. No en el presente.
¿Y qué tal si paras?
¿Lo has intentado? Es decir, parar. Por completo. Stop. Pare. Arrêter. Fermare. Alqay.
No hacer nada. Absolutamente nada. Y con esto no quiero decir quedarte en tu cama todo el día, sino dejar de pensar en el futuro y en el pasado: estar aquí y ahora, en el momento presente.
¿Estás preocupado porque debes ir pensando en cómo harás algo el lunes siguiente? Apúntalo en tu celular o en un cuaderno y lo vez luego.
¿Quieres avanzar dos clases en línea a pesar que estás atareado por la semana que ha sido pesada? Agéndala para el miércoles, o jueves, o viernes, pero no lo hagas ahora.
Apunta todo lo que quieres hacer y lo que estás pensando. Todo eso que anda volando en tu cabeza, tómalo y guárdalo en un papel o en una app. No quiero decir de manera trivial el clásico “Deja tu mente en blanco” ¡por que eso no se puede! pero sí quiero decirte concentrate en el ahora, aquí, en tu respiración, en lo que vez, en lo que estás sintiendo.
Pon tu celular en modo silencio. Sal a caminar, observa un árbol. Fíjate cómo sus hojas se mueven con el viento. Respira el aire que vienta sobre él. Busca una banca o gras y siéntate. Mira el cielo, mira las nubes. Presta atención a cómo se mueven las nubes por acción del viento. Respira. Respira. Observa. Observa. El día va lento y rápido al mismo tiempo, pero tú no lo sientes.
¿No tienes a dónde ir? Acércate a tu ventana o ve a la azotea. Repite el párrafo anterior. Observa. No hay trabajo del qué preocuparse. No hay clases que te obligas a atender.
“¿Y cuándo puedes hacer esto? Nunca tengo tiempo, mis semanas son super pesadas.” Eso no es del todo cierto. Te agendas reuniones con gente del trabajo, con proveedores, alumnos, profesores, etc. ¿No? Bueno, ahora agéndate una reunión contigo mismo. Solo tú. Aunque sea de 10 minutos. Aprovecha esos minutos en meditar contigo. Una reunión en la que no importará si llegas tarde o te vas antes. Una reunión donde no tienes nada que presentar, ni demostrar, ni explicar. Una reunión donde solo estás tú, ahí, viviendo el presente.
El día va lento y rápido al mismo tiempo, pero tú no lo sientes.
Yo quiero aplicarlo un par de horas este sábado y domingo. Ya sea completamente solo o con algún par de amigos con quien pueda salir a montar bicicleta y olvidarme un momento, aunque sea unas horas, de todo lo que ando anotando en Notion, Trello, Todoist o cualquier app que pueda usar.
Pasar la tarde en paz. Vivir el momento presenter. Sin preocupaciones. Aunque sea dos días. Así, el lunes temprano, habiendo relajado la mente y cuerpo, me despertaré mas temprano que de costumbre, con mucha energía y ganas de empezar la semana. Revisar mis apuntes y programar la semana ideal que quiero tener. Porque la voy a tener. Y tú también la tendrás.
Darme cuenta que debo parar. Que si bien la vida para y cada vez la velocidad aumenta, yo puedo decidir parar el tren aunque sea solo un momento. Pasar tiempo con mis hermanos, mis papás o mi abuela, mis amigos o cualquier persona que aprecie. Vivir el presente y saber que existe. Aunque sea el fin de semana.
Y tú puedes hacer lo mismo.