Quizá has leído los beneficios que conlleva meditar: más concentración, mejoras en nuestra salud mental, más energía, entre otros cambios que vas notándolos poco a poco. Sin embargo, cuando has querido empezar, no lo has logrado. No sabes en qué momento del día hacerlo o simplemente lo olvidas y dejas de tomarle importancia.

¿Pero qué tal si dentro de una de tus primeras actividades diarias, como el desayuno, aprovecharas tener un momento de meditación?

El comienzo

Desde hace unos años, y sobretodo los fines de semana, he aplicado sin querer la técnica de desayunar en completo silencio.

Dejar la televisión apagada, el celular en mi cuarto, y abrir las ventanas para que entre luz natural mientras tomo mi taza de café se convirtió en un espacio del día que me permitía tener la mente en blanco y concentrarme en el presente para afrontar el futuro.

No obstante, debo admitir que la aplicación de este hábito no ha sido sino una practicidad que encontré solo los fines de semana puesto que mi tiempo era corto de lunes a viernes debido a la rutina de trabajo diario.

En estos meses de pandemia, he tenido la suerte de poder trabajar desde casa sin ningún problema. El desarrollo de nuevos hábitos, retomar algunos viejos, una mejor gestión del tiempo y un cuidado de mi salud mental se convirtieron en prioridades que con el tiempo fui organizando y aprendiendo a manejar.

El tomar los alimentos en silencio es una práctica que se viene dando en diversas culturas monomásticas como Budístas, Celtas, Sufis y Vedas. Aplicar esta actividad al desayunar resulta muy bueno pues permite que tu primera conexión mental, física y emocional sea contigo mismo. El que inicies tu día con gratitud y calma tiene grandes beneficios para tu mente y cuerpo.

¿Y ahora qué?

Practicar el tomar desayuno en completo silencio, sin ningún aparato tecnológico, ni si quiera un libro o periódico a tu lado, puede ser realmente incómodo al inicio.

Nuestra mente trabaja en automático a penas nos despertamos y muchas veces ya está pensando en las tareas que tienes que hacer durante el día, las que no completaste ayer o los impedimentos que existen para terminarlas.

Por muchos años, nos hemos acostumbrado a que lo primero que oímos o vemos durante la mañana sean noticias o redes sociales. Date una oportunidad de que esto ya no sea así porque de todas formas, tarde o temprano, estas noticias o mensajes en Facebook, Twitter o Instagram, te van a alcanzar.

Tómate este tiempo de silencio y alimentación como el periodo de paz y meditación que necesitas dentro de toda la jornada diara que tendrás. Concéntrate en lo que estás comiendo, lentamente. Mira al cielo, al árbol o la planta que tienes enfrente tuyo. Respira lo mismo que ellos respiran.

Al mantenernos en silencio, nuestra mente y cuerpo reaccionan como si estuviéramos meditando.

Es realmente difícil explicarlo. Empieza intentándolo escogiendo un día que suelas tener la mañana más ligera, como un sábado.

Finalmente, al terminar, se consciente de que el poder de decidir lo que se hará con tu vida, lo tienes tú mismo. Tú lo moldeas, y este desayuno en silencio que acabas de tener te ayudará a recordarlo.

Si quieres leer más testimonios y algunas comentarios de profesionales de la salud, te recomiendo mucho leer el post del New York Times: “Shh. Es hora del desayuno” el cuál leí en octubre y me hizo ser consciente del hábito que ya había adquirido.