Hace unos meses, Mayo quiso que Julio la ayude a recordar la primavera de octubre. Abril, impaciente, despotricaba contra Mayo y Julio, pensando que serían uno en el tiempo. Julio ciertamente conocía la melodía de la cojera de abril, la danza sutil de sus pasos desiguales.

Abril parece empeñarse a paso ciego de lo que le hace falta con Julio, y Julio reconoce que después de tiempo no escatima en esforzarse lo mínimo para que, en vez de invierno, sea primavera. En contraste, Abril parece despreciar la idea de abstenerse de las mismas actividades que anteriormente señalaba como fuentes de sufrimiento, mientras lanzaba diatribas contra Mayo y Julio.

En la presente jornada, Caín ha orquestado un acontecimiento fortuito, caprichoso y sutilmente malévolo, revelando su desafortunado vínculo con Abril. Este desliz ha escapado a la percepción de Julio hasta hoy, momento en que ha tropezado con la prueba de este turbio enlace. Ninguna advertencia, comunicado ni siquiera insinuación previa le ha alcanzado.

Julio ya no anhela ser Julio; anhela transformarse en Diciembre. Se ha percatado de que la intensidad emocional que solía envolverlo se ha disuelto en el tiempo. Siente que se ha habituado a la idea estoica de no angustiarse por aquello que escapa a su control. Julio ansía concluir el año, anhela que el verano se despliegue a su alrededor.